Nudista

El ejercicio de naming aspiraba a alcanzar los 3 pilares básicos del proyecto: producto, ironía e impacto, al tiempo que reforzaba la idea de un producto “desnudo”, sin artificios.

Después de largas sesiones, se eligió “Nudista” como el nombre que representaría los objetivos del proyecto e inspiraría nuevos horizontes para la marca.

El concepto de marca se desarrolló investigando el desnudo en la historia del arte y la mitología clásica.

El arte renacentista sirvió como base imaginaria desde la que partir, porque representa el desnudo desde la pureza de formas, carente de pecado y, sobre todo, vinculado a la liberación de los placeres. En “El nacimiento de Venus”, de Botticelli (que, curiosamente, era dueño de una taberna), el desnudo es engendrado por el mar, la luz y la tierra. Es el paraíso.

La idea del canon de belleza, la sección áurea, es vital en este proyecto, sin olvidar que toda esa belleza clásica está congelada en el tiempo, en el interior de una lata o frasco, elemento que contrasta totalmente con todo lo anteriormente citado. Una lata es un elemento mundano, industrial, frío y, sobre todo, “POPular”.

La perfecta tensión que existe entre estos dos mundos –el ideal canónico y el arte popular– en la serie “Gazing Ball” de Jeff Koons, sirvió de inspiración para la visualización de la nueva marca.

Una vez enfocada la energía de la marca, el concepto se enriqueció con distintos elementos gráficos que conforman un único lenguaje visual.

Para la identidad se eligió una familia tipográfica pura, típicamente ligada al sector del lujo, pero que en este caso se asocia a los valores de este novedoso producto, dándole un toque ligeramente renacentista y popular mediante el uso de una forma ovalada que recuerda tanto a las esquinas de una lata como al comienzo de la espiral de la sección áurea.

La tipografía va acompañada de un símbolo muy popular en España: el de dos rombos, que hace décadas se utilizaba en televisión para indicar que el programa en emisión no era recomendado para menores o pusilánimes. (Por cierto, el cliente también trabaja en la industria audiovisual).

El uso de mensajes ambiguos (“¡Sí!”, “¡Oh!, “Um…”), una familia tipográfica sinuosa, una paleta de color saturada y enérgica, un sistema de símbolos a la vez rico e irónico, un marco de imaginería constructiva, y un lenguaje de marca muy ligado al arte, se unen para dar forma a diferentes lenguajes visuales que aportan riqueza a la comunicación de la nueva marca.

Para aprovechar el potencial comunicativo de la taberna, diseñamos tres ilustraciones “planas” que representan dos imágenes en una, combinando así el producto y concepto del nudismo con toda la energía cromática del pop art.

Estas ilustraciones, creadas específicamente para el proyecto, se usan para definir las tres categorías de conservas que se sirven en la taberna: pescado, marisco y verduras; y, por supuesto, para seducir y divertir con sus dobles significados.

El producto aparece “desnudo”, fuera del envase y en todo su esplendor, inundando de sabor un fondo vacío.

La proyección de la marca exigía tres puntos de contacto fundamentales que inciden en la operativa del establecimiento: comunicación, servicio y packaging.

El sistema gráfico es flexible y rotundo en todas las piezas de contacto de la marca. Todos los elementos básicos del establecimiento transmiten claramente la filosofía de la marca, convirtiendo la previsita, visita y postvisita en una experiencia única y memorable para el público.

Uno de los mayores desafíos del proyecto fue el desarrollo de los embalajes del producto. Como bar-tienda, Nudista ofrece la posibilidad de adquirir las conservas que se acaban de degustar en el comedor. Se trata de un servicio de valor añadido, que ofrece productos muy diversos en contenido y tamaño; un hecho que hizo imposible el desarrollo de un sistema de embalaje simple.

Los productos proceden de las mejores denominaciones de origen de España. La idea de que las latas y frascos circularan de un lugar a otro, pasaran por aduanas, por inspecciones de exportación, recibieran sellos en sus pasaportes como aquellas maletas de antaño –cubiertas de pegatinas de los lugares por los que viajaban– fue la clave para solucionar este problema.

El resultado gráfico es un sistema de etiquetas adhesivas que proporcionan la descripción del producto, la DOP, el sello de calidad y mensajes de “refuerzo de marca”. Esto permitió dar una solución a la vez orgánica y económica, al mismo tiempo que brindaba la libertad de personalizar el embalaje de acuerdo con su contenido.

Dada la fuerte vinculación entre la marca y el arte, el espacio –diseñado por Marta de la Torre y Marta Bardón– se configura como una galería de arte que juega con los colores de los productos desnudos y la energía cromática de la marca: un cubo blanco en el que la selección y exposición de tan exquisito producto parece haber sido realizada por un comisario de arte.

Elementos típicos de taberna como el mármol y la madera contrastan con azulejos y paredes blancas, convirtiendo el establecimiento en un espacio singular y contemporáneo.